Declaro mi admiración incondional por la sensibilidad del director Jean Becker. Deliciosa oda a la amistad, a la sencillez, a los hombres dotados de esa inteligencia natural. Personas que desde su aparante puerilidad captan toda la magnitud de la esencia del momento, los tonos y colores, los estados de ánimo, los consejos más francos y directos que solo esos privilegiados nos pueden otorgar. Me ha emociado, me ha conmovido y me ha hecho entender el valor de esos pequeños momentos que compartimos con esas personas inigualables.
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