Grande, sentida, historia acerca del acto de vivir, de sus contradicciones y de sus peajes. Inteligente dirección y montaje que da sentido y realza su evolución el tiempo. Memorable Kate Kislet (ojalá reciba el Oscar por su brillantísima interpretación). Ralph Finnes interpretándose a sí mismo en ese sempiterno personaje en que ha devenido su carrera como vividor melancólico de un pasado que ya nunca más podrá volver a repetirse. 
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